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  • Foto del escritorLuis Edmundo Espino

La intransigencia y otros males.

Actualizado: 9 abr

Por: Lic. Luis Edmundo Espino Salgado





Contrario a lo que se creía (al menos yo lo creía), el presidente mexicano pasa más tiempo preocupado por el “qué dirán” que por gobernar. No pasa un triste día sin que haga alusión a la prensa conservadora, al chayote y a la mala fe de los comunicadores. Desde su púlpito mañanero se encarga de defenestrar periodistas no alineados, informa y desinforma al unísono. Desestima y calumnia por devoción. Levanta la voz al grito de amor y paz, al tiempo que se engancha como boxeador de vieja escuela y lo peor es que nunca sabe cuándo retirarse. Pequeñas pifias propias de discursos interminables o de promesas banqueteras se magnifican por su intransigencia, algunas pasan al anecdotario de la ridiculez como “el avión que nunca fue”, otras se contarán con cientos de miles de vidas como el “cubre bocas de la discordia”. Para el mandamás no hay opinión más valiosa que la propia y él único capaz de contrariar su infinita sabiduría es: él mismo.


Es una realidad que el poder envilece, y más a un sujeto con delirios pastorales rodeado de empleados serviles y yutubers disfrazados de periodistas ávidos de atención. Este circo crea el caldo de cultivo propicio para el escarnio de todos los días. Celebrado por las huestes afines y censurado por los agraviados.


El señor (el presidente) no considera necesario conocer la realidad, pues cree que sus palabras se vuelven la única verdad en cuanto emanan de su boca. La sabiduría es parte de su esencia. Sin embargo, por más giras arregladas y reuniones superfluas, López Obrador está aislado en su Palacio de Cristal y desconoce el México real y los males que aquejan a la ciudadanía de manera endémica.


Aunado a la lista de males que aqueja a los simples mortales herederos de las culturas Mesoaméricanas, adolecemos día con día una de paupérrima oposición que pareciera tratar de boicotearse a sí misma. Esto queda de manifiesto desde los juicios políticos de FRENA en el zócalo, los amagos del grupo de los 8 por abandonar el Pacto Federal, la blanqueada publicidad del PRD, los cientos de bots que día con día abarrotan el Twitter, hasta llegar a las caguamas de Anaya. La oposición se comporta como una exnovia tóxica, atenta al Facebook para la descalificación, abierta siempre a la intriga disfrazada de opinión y, ante el menor asomo de corresponsabilidad siempre será propensa a los baños de pureza. Al recurrir a la divulgación de las carencias de los niños con cáncer, lejos de buscar el bienestar de los enfermos pareciera que se vanagloriaran de su desgracia con fines políticos.


Lo único que le falta al patán de Salgado Macedonio para seguir con su carrera ascendente hacia la gubernatura de Guerrero es golpear a un indefenso joven con síndrome de Down.

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